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A
finales del siglo XVI el predominio de la lógica, la moderación y el clasicismo
del Renacimiento comienzan a fatigar a las nuevas generaciones. Así pues, la
obra equilibrada renacentista será sustituida por un nuevo estilo en el que
predominan la expresividad y la imaginación.
En
arquitectura aparece un repertorio
de curvas, elipses, parábolas, etc que rompen las líneas clásicas del estilo
anterior, sustituyendo o recubriendo el equilibrio del arco de medio punto de
origen romano (que, no obstante, seguirá siendo el que se emplee de forma
fundamental).
Las
columnas clásicas se verán sustituidas por retorcidas columnas salomónicas, la
rectitud de los muros se verá curvada buscando nuevas perspectivas y, sobre
todo, el efecto luminoso, el claroscuro... en resumen: la teatralidad.
No
se abandonara la cúpula renacentista, pero se verá (como todos los elementos
constructivos del edificio) recubierta o incluso rota, deformada, por la
riquísima decoración.
El
barroco es un arte en el que destaca lo teatral, como ya se ha dicho, pero una
teatralidad que es expresión de la exaltación del poder:
- Poder
papal: No en vano, sobre todo triunfa en naciones católicas, siendo la
expresión del poder de la iglesia católica, reafirmada tras el Concilio de
Trento. La iglesia propone como evidencia de que está en posesión de la verdad
la riqueza de sus templos.
- Poder real: Son los años en los que los monarcas aspiran a conseguir o, efectivamente consiguen, el poder absoluto. La manifestación de su poder es la riqueza de sus palacios.
ESPAÑA
España
fue uno de los países donde más se evidenció esto: esplendor, lujo y fantasía desbordados en un país que se convierte
en uno de los paladines (o el paladín) de la lucha contra el protestantismo.
En
un contexto de crisis, en muchas ocasiones se sacrificará la calidad de los
materiales (ladrillo revocado frente a piedra en arquitectura, madera en
escultura) a favor de la riqueza en la decoración: búsqueda ante todo del
efectismo.
Arquitectura
En
arquitectura, en nuestro país se mantienen las plantas clásicas (no se
desarrollan las complicadísimas mezclas de líneas rectas, curvas, etc propias
de Italia), aunque sí que se desarrollará sobre estos edificios de formas
heredadas del Renacimiento una complicada fantasía ornamental propia del nuevo
estilo.
En
la decoración barroca se emplearán
todo tipo de elementos: desde aquellos heredados del mundo clásico (columnas,
frisos...) a otros como elementos escultóricos, decoración vegetal, juego de líneas
rectas y curvas y un larguísimo etc (al fin y al cabo el edificio barroco será
expresión de la creatividad, de la imaginación del arquitecto).
A
partir de principios del siglo XVII vemos como en arquitectura se van
introduciendo elementos que rompen con la estética renacentista (como los
“órdenes gigantes”, en los que columnas, basas y capiteles, se hacen “más
grandes” de lo que indicaría el sistema de proporciones del estilo anterior).
De
este barroco “clasicista”, vemos como se va pasando a lo largo del siglo a un
barroco en el que la decoración es mucho más profusa, abundante y exuberante,
llegando a romper las líneas del edificio. Se abandonan las columnas clásicas
para pasar a emplear la retorcida columna salomónica. Esta decoración logrará dar
una sensación de dinamismo, de movimiento.
Dinamismo
que, además, se manifestará en que cada autor tenga un estilo propio.
Conforme
avance el siglo XVIII poco a poco la profusión decorativa del barroco (que en
las primeras décadas de ese siglo alcanzará su máxima expresión) se irá
simplificando al mismo tiempo que se recuperan las formas clásicas para acabar
desembocando en un nuevo estilo: el neoclásico.
Escultura
En
escultura sobre todo se ha de hablar en España de realismo. La temática quedará
fijada por el principal mecenas: la iglesia. Se demandarán imágenes
devocionales, pasos de semana santa, imágenes para retablos... El material
fundamental y casi exclusivo en España es la madera (prácticamente la única
excepción es la escasa escultura palaciega -sólo algún retrato real-).
El
realismo escultórico español tuvo dos escuelas fundamentales:
- La escuela castellana: Con un realismo muy expresivo, patético,
desgarrado, aunque sin llegar a extremos desagradables.
- La escuela andaluza: Con un realismo más clásico, más
sosegado, más preocupado por la búsqueda de la elegancia que de la
expresividad.
Ya
en el siglo XVIII el murciano Salzillo introduce en España el clasicismo
italiano (su padre era napolitano), unido a un gusto rococó muy de moda en el
momento. Las anatomías clásicas de sus figuras, anuncian la transición hacia el
estilo neoclásico.
Pintura
La
pintura barroca europea se caracterizó por el realismo y por la importancia de
la luz y el color. El pintor barroco logrará, por primera vez en la historia,
el dominio total de la perspectiva y de la tercera dimensión mediante el empleo
de la luz, el claroscuro, logrando captar la atmósfera de la escena.
Los
pintores españoles, junto con los flamencos serán los que logren la mayor
perfección en estos aspectos: pintores como Velázquez que son capaces de pintar
el aire que fluye entre los objetos y personajes de la escena (llegando a
anunciar el impresionismo en sus pinturas de la “Villa Medici”).
El
realismo barroco en España se verá representado por escenas costumbristas
(incluso tiñendo la temática religiosa de este costumbrismo), siendo muy
importantes la naturalezas muertas: los bodegones.
A
diferencia del norte de Europa, en España hubo un predominio del tema
religioso, al ser, también en pintura, la iglesia el principal demandante de
obras de arte.
La Venida de la Virgen del Pilar a Zaragoza (José Luzán / Dominio público) |
En
el siglo XVIII el barroco español va adoptando una tendencia cada vez más
cercana al clasicismo y con una paleta mucho más luminosa. Será esta la primera influencia que un jovencísimo Goya aprenda
en el taller de su maestro Luzán.
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